Génesis 42

Los hermanos de José van a Egipto

1 Cuando Jacob se enteró de que había alimento en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Qué hacen ahí parados, mirándose unos a otros?

2 He sabido que hay alimento en Egipto. Vayan allá y compren comida para nosotros, para que no muramos, sino que podamos sobrevivir».

3 Diez de los hermanos de José fueron a Egipto a comprar alimento.

4 Pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José, se fuera con ellos porque pensó que podría sucederle alguna desgracia.

5 Fue así como los hijos de Israel fueron a comprar alimento, al igual que otros, porque el hambre se había apoderado de Canaán.

6 José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a todo el mundo. Cuando sus hermanos llegaron ante él, se postraron rostro en tierra.

7 En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció; pero, fingiendo no conocerlos, les habló con rudeza:

―¡Y ustedes!, ¿de dónde vienen?

―Venimos de Canaán, para comprar alimento —contestaron.

8 Aunque José los había reconocido, sus hermanos no lo reconocieron a él.

9 En ese momento se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:

―¡De seguro ustedes son espías, y han venido para investigar las zonas desprotegidas del país!

10 ―¡No, señor! —respondieron—. Sus siervos hemos venido a comprar alimento.

11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además somos gente honrada. ¡Sus siervos no somos espías!

12 ―¡No es verdad! —insistió José—. Ustedes han venido para investigar las zonas desprotegidas del país.

13 Pero ellos volvieron a responder:

―Nosotros, sus siervos, éramos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre que vive en Canaán. El menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no vive.

14 Pero José los increpó una vez más:

―Es tal como les he dicho. ¡Ustedes son espías!

15 Y con esto lo vamos a comprobar: Les juro por la vida del faraón, que de aquí no saldrán con vida a menos que traigan a su hermano menor.

16 Manden a uno de ustedes a buscar a su hermano; los demás se quedarán en la cárcel. Así sabremos si es verdad lo que dicen. Y, si no es así, ¡por la vida del faraón, ustedes son espías!

17 José los encerró en la cárcel durante tres días.

18 Al tercer día les dijo:

―Yo soy un hombre temeroso de Dios. Hagan lo siguiente y salvarán su vida.

19 Si en verdad son honrados, quédese uno de ustedes bajo custodia, y vayan los demás y lleven alimento para calmar el hambre de sus familias.

20 Pero tráiganme a su hermano menor y pruébenme que dicen la verdad. Así no morirán.

Ellos aceptaron la propuesta,

21 pero se decían unos a otros:

―Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos.

22 Entonces habló Rubén:

―Yo les advertí que no le hicieran daño al muchacho, pero no me hicieron caso. ¡Ahora tenemos que pagar el precio de su sangre!

23 Como José les hablaba por medio de un intérprete, ellos no sabían que él entendía todo lo que estaban diciendo.

24 José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego, cuando se controló y pudo hablarles, apartó a Simeón y ordenó que lo ataran en presencia de ellos.

25 José dio también la orden de que llenaran de alimentos sus costales, que repusieran en cada una de sus bolsas el dinero que habían pagado, y que les dieran provisiones para el viaje. Y así se hizo.

26 Entonces ellos cargaron el alimento sobre sus asnos y emprendieron el viaje de vuelta.

27 Cuando llegaron al lugar donde acamparían esa noche, uno de ellos abrió su bolsa para darle de comer a su asno, ¡y allí en la abertura descubrió su dinero!

28 Entonces les dijo a sus hermanos:

―¡Me devolvieron el dinero! Miren, ¡aquí está, en mi bolsa!

Los otros se asustaron mucho, y temblando se decían unos a otros:

―¿Qué es lo que Dios nos ha hecho?

29 Al llegar a Canaán, donde estaba su padre Jacob, le contaron todo lo que les había sucedido:

30 ―El hombre que gobierna aquel país nos trató con rudeza, a tal grado que nos acusó de ser espías.

31 Nosotros le dijimos: “Somos gente honrada. No somos espías”.

32 Además, le dijimos: “Somos doce hermanos, hijos de un mismo padre. Uno ya no vive, y el menor se ha quedado con nuestro padre en Canaán”.

33 »Entonces el hombre que gobierna aquel país nos dijo: “Con esto voy a comprobar si en verdad son gente honrada. Dejen aquí conmigo a uno de sus hermanos, y vayan a llevar alimento para calmar el hambre de sus familias.

34 Pero a la vuelta tráiganme a su hermano menor. Así comprobaré que no son espías, y que en verdad son gente honrada. Luego les entregaré de vuelta a su hermano, y podrán moversecon libertad por el país”».

35 Cuando comenzaron a vaciar sus costales, se encontraron con que la bolsa de dinero de cada uno estaba allí. Esto hizo que ellos y su padre se llenaran de temor.

36 Entonces Jacob, su padre, les dijo:

―¡Ustedes me van a dejar sin hijos! José ya no está con nosotros, Simeón tampoco está aquí, ¡y ahora se quieren llevar a Benjamín! ¡Todo esto me perjudica!

37 Pero Rubén le dijo a su padre:

―Yo me hago cargo de Benjamín. Si no te lo devuelvo, podrás matar a mis dos hijos.

38 ―¡Mi hijo no se irá con ustedes! —replicó Jacob—. Su hermano José ya está muerto, y ahora solo él me queda. Si le llega a pasar una desgracia en el viaje que van a emprender, ustedes tendrán la culpa de que este pobre viejo se muera de tristeza.

Génesis 43

Los hermanos de José vuelven a Egipto

1 El hambre seguía aumentando en aquel país.

2 Llegó el momento en que se les acabó el alimento que habían llevado de Egipto. Entonces su padre les dijo:

―Vuelvan a Egipto y compren un poco más de alimento para nosotros.

3 Pero Judá le recordó:

―Aquel hombre nos advirtió claramente que no nos presentáramos ante él, a menos que lo hiciéramos con nuestro hermano menor.

4 Si tú nos permites llevar a nuestro hermano menor, iremos a comprarte alimento.

5 De lo contrario, no tiene objeto que vayamos. Aquel hombre fue muy claro en cuanto a no presentarnos ante él sin nuestro hermano menor.

6 ―¿Por qué me han causado este mal? —inquirió Israel—. ¿Por qué le dijeron a ese hombre que tenían otro hermano?

7 ―Porque aquel hombre nos preguntó específicamente acerca de nuestra familia —respondieron ellos—. “¿Vive todavía el padre de ustedes? —nos preguntó—. ¿Tienen algún otro hermano?” Lo único que hicimos fue responder a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos pediría llevar a nuestro hermano menor?

8 Judá le dijo a su padre Israel:

―Bajo mi responsabilidad, envía al muchacho y nos iremos ahora mismo, para que nosotros y nuestros hijos podamos seguir viviendo.

9 Yo te respondo por su seguridad; a mí me pedirás cuentas. Si no te lo devuelvo sano y salvo, yo seré el culpable ante ti para toda la vida.

10 Si no nos hubiéramos demorado tanto, ¡ya habríamos ido y vuelto dos veces!

11 Entonces Israel, su padre, les dijo:

―Ya que no hay más remedio, hagan lo siguiente: Echen en sus costales los mejores productos de esta región, y llévenselos de regalo a ese hombre: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces, almendras.

12 Lleven también el doble del dinero, pues deben devolver el que estaba en sus bolsas, ya que seguramente fue un error.

13 Vayan con su hermano menor y preséntense ante ese hombre.

14 ¡Que el DiosTodopoderosopermita que ese hombre les tenga compasión y deje libre a su otro hermano, y además vuelvan con Benjamín! En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé!

15 Ellos tomaron los regalos, el doble del dinero, y a Benjamín, y emprendieron el viaje a Egipto. Allí se presentaron ante José.

16 Cuando este vio a Benjamín con ellos, le dijo a su mayordomo: «Lleva a estos hombres a mi casa. Luego, mata un animal y prepáralo, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía».

17 El mayordomo cumplió la orden y los llevó a la casa de José.

18 Al ver ellos que los llevaban a la casa de José, se asustaron mucho y se dijeron: «Nos llevan por causa del dinero que se puso en nuestras bolsas la vez pasada. Ahora nos atacarán, nos acusarán, y hasta nos harán sus esclavos, con nuestros animales y todo».

19 Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y antes de entrar le dijeron:

20 ―Perdón, señor: nosotros ya vinimos antes para comprar alimento;

21 pero a nuestro regreso, cuando acampamos para pasar la noche, descubrimos que en cada una de nuestras bolsas estaba el dinero que habíamos pagado. ¡Pero lo hemos traído para devolverlo!

22 También hemos traído más dinero para comprar alimento. ¡No sabemos quién pudo haber puesto el dinero de vuelta en nuestras bolsas!

23 ―Está bien, no tengan miedo —contestó aquel hombre—. El Dios de ustedes y de su padre habrá puesto ese tesoro en sus bolsas. A mí me consta que recibí el dinero que ustedes pagaron.

El mayordomo les llevó a Simeón,

24 y a todos los hizo pasar a la casa de José. Allí les dio agua para que se lavaran los pies, y les dio de comer a sus asnos.

25 Ellos, por su parte, prepararon los regalos, mientras esperaban que José llegara al mediodía, pues habían oído que comerían allí.

26 Cuando José entró en su casa, le entregaron los regalos que le habían llevado, y rostro en tierra se postraron ante él.

27 José les preguntó cómo estaban, y añadió:

―¿Cómo está su padre, el anciano del cual me hablaron? ¿Vive todavía?

28 ―Nuestro padre, su siervo, se encuentra bien, y todavía vive —respondieron ellos.

Y en seguida le hicieron una reverencia para honrarlo.

29 José miró a su alrededor y, al ver a Benjamín, su hermano de padre y madre, les preguntó:

―¿Es este su hermano menor, del cual me habían hablado? ¡Que Dios te guarde, hijo mío!

30 Conmovido por la presencia de su hermano, y no pudiendo contener el llanto, José salió de prisa. Entró en su habitación, y allí se echó a llorar desconsoladamente.

31 Después se lavó la cara y, ya más calmado, salió y ordenó: «¡Sirvan la comida!»

32 A José le sirvieron en un sector, a los hermanos en otro, y en otro más a los egipcios que comían con José. Los egipcios no comían con los hebreos porque, para los habitantes de Egipto, era una abominación.

33 Los hermanos de José estaban sentados frente a él, de mayor a menor, y unos a otros se miraban con asombro.

34 Las porciones les eran servidas desde la mesa de José, pero a Benjamín se le servían porciones mucho más grandes que a los demás. En compañía de José, todos bebieron y se alegraron.

Génesis 44

La copa de José

1 Más tarde, José ordenó al mayordomo de su casa: «Llena con todo el alimento que les quepa los costales de estos hombres, y pon en sus bolsas el dinero de cada uno de ellos.

2 Luego mete mi copa de plata en la bolsa del hermano menor, junto con el dinero que pagó por el alimento». Y el mayordomo hizo todo lo que José le ordenó.

3 A la mañana siguiente, muy temprano, los hermanos de José fueron enviados de vuelta, junto con sus asnos.

4 Todavía no estaban muy lejos de la ciudad cuando José le dijo al mayordomo de su casa: «¡Anda! ¡Persigue a esos hombres! Cuando los alcances, diles: “¿Por qué me han pagado mal por bien?

5 ¿Por qué han robado la copa que usa mi señor para beber y para adivinar? ¡Esto que han hecho está muy mal!”»

6 Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió esas mismas palabras.

7 Pero ellos respondieron:

―¿Por qué nos dice usted tales cosas, mi señor? ¡Lejos sea de nosotros actuar de esa manera!

8 Es más, nosotros le trajimos de vuelta de Canaán el dinero que habíamos pagado, pero que encontramos en nuestras bolsas. ¿Por qué, entonces, habríamos de robar oro o plata de la casa de su señor?

9 Si se encuentra la copa en poder de alguno de nosotros, que muera el que la tenga, y el resto de nosotros seremos esclavos de mi señor.

10 ―Está bien —respondió el mayordomo—, se hará como ustedes dicen, pero solo el que tenga la copa en su poder será mi esclavo; el resto de ustedes quedará libre de todo cargo.

11 En seguida cada uno de ellos bajó al suelo su bolsa y la abrió.

12 El mayordomo revisó cada bolsa, comenzando con la del hermano mayor y terminando con la del menor. ¡Y encontró la copa en la bolsa de Benjamín!

13 Al ver esto, los hermanos de José se rasgaron las vestiduras en señal de duelo y, luego de cargar sus asnos, volvieron a la ciudad.

14 Todavía estaba José en su casa cuando llegaron Judá y sus hermanos. Entonces se postraron rostro en tierra,

15 y José les dijo:

―¿Qué manera de portarse es esta? ¿Acaso no saben que un hombre como yo puede adivinar?

16 ―¡No sabemos qué decirle, mi señor! —contestó Judá—. ¡No hay excusa que valga! ¿Cómo podemos demostrar nuestra inocencia? Dios ha puesto al descubierto la maldad de sus siervos. Aquí nos tiene usted: somos sus esclavos, nosotros y el que tenía la copa.

17 ―¡Jamás podría yo actuar de ese modo! —respondió José—. Solo será mi esclavo el que tenía la copa en su poder. En cuanto a ustedes, regresen tranquilos a la casa de su padre.

18 Entonces Judá se acercó a José para decirle:

―Mi señor, no se enoje usted conmigo, pero le ruego que me permita hablarle en privado. Para mí, usted es tan importante como el faraón.

19 Cuando mi señor nos preguntó si todavía teníamos un padre o algún otro hermano,

20 nosotros le contestamos que teníamos un padre anciano, y un hermano que le nació a nuestro padre en su vejez. Nuestro padre quiere muchísimo a este último porque es el único que le queda de la misma madre, ya que el otro murió.

21 Entonces usted nos obligó a traer a este hermano menor para conocerlo.

22 Nosotros le dijimos que el joven no podía dejar a su padre porque, si lo hacía, seguramente su padre moriría.

23 Pero usted insistió y nos advirtió que, si no traíamos a nuestro hermano menor, nunca más seríamos recibidos en su presencia.

24 Entonces regresamos adonde vive mi padre, su siervo, y le informamos de todo lo que usted nos había dicho.

25 Tiempo después nuestro padre nos dijo: “Vuelvan otra vez a comprar un poco de alimento”.

26 Nosotros le contestamos: “No podemos ir si nuestro hermano menor no va con nosotros. No podremos presentarnos ante hombre tan importante, a menos que nuestro hermano menor nos acompañe”.

27 Mi padre, su siervo, respondió: “Ustedes saben que mi esposa me dio dos hijos.

28 Uno desapareció de mi lado, y no he vuelto a verlo. Con toda seguridad fue despedazado por las fieras.

29 Si también se llevan a este, y le pasa alguna desgracia, ¡ustedes tendrán la culpa de que este pobre viejo se muera de tristeza!”

30 »Así que, si yo regreso a mi padre, su siervo, y el joven, cuyavidaestá tan unida a la de mi padre, no regresa con nosotros,

31 seguramente mi padre, al no verlo, morirá, y nosotros seremos los culpables de que nuestro padre se muera de tristeza.

32 Este siervo suyo quedó ante mi padre como responsable del joven. Le dije: “Si no te lo devuelvo, padre mío, seré culpable ante ti toda mi vida”.

33 Por eso, permita usted que yo me quede como esclavo suyo en lugar de mi hermano menor, y que él regrese con sus hermanos.

34 ¿Cómo podré volver junto a mi padre si mi hermano menor no está conmigo? ¡No soy capaz de ver la desgracia que le sobrevendrá a mi padre!»

Génesis 45

José se da a conocer

1 José ya no pudo controlarse delante de sus servidores, así que ordenó: «¡Que salgan todos de mi presencia!» Y ninguno de ellos quedó con él. Cuando se dio a conocer a sus hermanos,

2 comenzó a llorar tan fuerte que los egipcios se enteraron, y la noticia llegó hasta la casa del faraón.

3 ―Yo soy José —les declaró a sus hermanos—. ¿Vive todavía mi padre?

Pero ellos estaban tan pasmados que no atinaban a contestarle.

4 No obstante, José insistió:

―¡Acérquense!

Cuando ellos se acercaron, él añadió:

―Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto.

5 Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas.

6 Desde hace dos años la región está sufriendo de hambre, y todavía faltan cinco años más en que no habrá siembras ni cosechas.

7 Por eso Dios me envió delante de ustedes: para salvarles la vida de manera extraordinariay de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra.

8 Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesordel faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto.

9 ¡Vamos, apúrense! Vuelvan a la casa de mi padre y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho gobernador de todo Egipto. Ven a verme. No te demores.

10 Vivirás en la región de Gosén, cerca de mí, con tus hijos y tus nietos, y con tus ovejas, y vacas y todas tus posesiones.

11 Yo les proveeré alimento allí, porque aún quedan cinco años más de hambre. De lo contrario, tú y tu familia, y todo lo que te pertenece, caerán en la miseria’ ”.

12 Además, ustedes y mi hermano Benjamín son testigos de que yo mismo lo he dicho.

13 Cuéntenle a mi padre del prestigio que tengo en Egipto, y de todo lo que han visto. ¡Pero apúrense y tráiganlo ya!

14 Y abrazó José a su hermano Benjamín, y comenzó a llorar. Benjamín, a su vez, también lloró abrazado a su hermano José.

15 Luego José, bañado en lágrimas, besó a todos sus hermanos. Solo entonces se animaron ellos a hablarle.

16 Cuando llegó al palacio del faraón la noticia de que habían llegado los hermanos de José, tanto el faraón como sus funcionarios se alegraron.

17 Y el faraón le dijo a José: «Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vuelvan a Canaán.

18 Que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y comerán de la abundancia de este país.

19 Diles, además, que se lleven carros de Egipto para traer a sus niños y mujeres, y también al padre de ustedes,

20 y que no se preocupen por las cosas que tengan que dejar, porque lo mejor de todo Egipto será para ustedes».

21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les proporcionó los carros, conforme al mandato del faraón, y también les dio provisiones para el viaje.

22 Además, a cada uno le dio ropa nueva, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa.

23 A su padre le envió lo siguiente: diez asnos cargados con lo mejor de Egipto, diez asnas cargadas de cereales, y pan y otras provisiones para el viaje de su padre.

24 Al despedirse de sus hermanos, José les recomendó: «¡No se vayan peleando por el camino!»

25 Los hermanos de José salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde residía su padre Jacob.

26 Al llegar le dijeron: «¡José vive, José vive! ¡Es el gobernador de todo Egipto!» Jacob quedó atónito y no les creía,

27 pero ellos le repetían una y otra vez todo lo que José les había dicho. Y, cuando su padre Jacob vio los carros que José había enviado para llevarlo, se reanimó.

28 Entonces exclamó: «¡Con esto me basta! ¡Mi hijo José aún vive! Iré a verlo antes de morirme».

Génesis 46

Jacob viaja a Egipto

1 Israel emprendió el viaje con todas sus pertenencias. Al llegar a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.

2 Esa noche Dios le habló a Israel en una visión:

―¡Jacob! ¡Jacob!

―Aquí estoy —respondió.

3 ―Yo soy Dios, el Dios de tu padre —le dijo—. No tengas temor de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.

4 Yo te acompañaré a Egipto, y yo mismo haré que vuelvas. Además, cuando mueras, será José quien te cierre los ojos.

5 Luego Jacob salió de Berseba, y los hijos de Israel hicieron que su padre Jacob, y sus hijos y sus mujeres, subieran en los carros que el faraón había enviado para trasladarlos.

6 También se llevaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Fue así como Jacob y sus descendientes llegaron a Egipto.

7 Con él se llevó a todos sus hijos, hijas, nietos y nietas, es decir, a todos sus descendientes.

8 Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto, es decir, Jacob y sus hijos:

Rubén, el primogénito de Jacob.

9 Los hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.

10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de una cananea.

11 Los hijos de Leví: Guersón, Coat y Merari.

12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zera. (Er y Onán habían muerto en Canaán).

Los hijos de Fares: Jezrón y Jamul.

13 Los hijos de Isacar: Tola, Fuvá, Job y Simrón.

14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Yalel.

15 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Lea en Padán Aram,además de su hija Dina. En total, entre hombres y mujeres eran treinta y tres personas.

16 Los hijos de Gad: Zefón, Jaguí, Esbón, Suni, Erí, Arodí y Arelí.

17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá, y su hermana que se llamaba Sera.

Los hijos de Beriá: Héber y Malquiel.

18 Estos fueron los hijos que Zilpá tuvo con Jacob. Zilpá era la esclava que Labán le había regalado a su hija Lea. Sus descendientes eran en total dieciséis personas.

19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín.

20 En Egipto, José tuvo los siguientes hijos con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On: Manasés y Efraín.

21 Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard.

22 Estos fueron los descendientes de Jacob y Raquel, en total catorce personas.

23 El hijo de Dan: Jusín.

24 Los hijos de Neftalí: Yazel, Guní, Jéser y Silén.

25 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Bilhá. Ella era la esclava que Labán le regaló a su hija Raquel. El total de sus descendientes fue de siete personas.

26 Todos los familiares de Jacob que llegaron a Egipto, y que eran de su misma sangre, fueron sesenta y seis, sin contar a las nueras.

27 José tenía dos hijos que le nacieron en Egipto. En total los familiares de Jacob que llegaron a Egipto fueron setenta.

28 Jacob mandó a Judá que se adelantara para que le anunciara a José su llegada y este lo recibiera en Gosén. Cuando llegaron a esa región,

29 José hizo que prepararan su carruaje, y salió a Gosén para recibir a su padre Israel. Cuando se encontraron, José se fundió con su padre en un abrazo, y durante un largo rato lloró sobre su hombro.

30 Entonces Israel le dijo a José:

―¡Ya me puedo morir! ¡Te he visto y aún estás con vida!

31 José les dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:

―Voy a informarle al faraón que mis hermanos y la familia de mi padre, quienes vivían en Canaán, han venido a quedarse conmigo.

32 Le diré que ustedes son pastores que cuidan ganado, y que han traído sus ovejas y sus vacas, y todo cuanto tenían.

33 Por eso, cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican,

34 díganle que siempre se han ocupado de cuidar ganado, al igual que sus antepasados. Así podrán establecerse en la región de Gosén, pues los egipcios detestan el oficio de pastor.

Génesis 47

1 José fue a informarle al faraón, y le dijo:

―Mi padre y mis hermanos han venido desde Canaán con sus ovejas y sus vacas y todas sus pertenencias. Ya se encuentran en la región de Gosén.

2 Además, José había elegido a cinco de sus hermanos para presentárselos al faraón.

3 Y este les preguntó:

―¿En qué trabajan ustedes?

―Nosotros, sus siervos, somos pastores, al igual que nuestros antepasados —respondieron ellos—.

4 Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán ya no hay pastos para nuestros rebaños. ¡Es terrible el hambre que acosa a ese país! Por eso le rogamos a usted nos permita vivir en la región de Gosén.

5 Entonces el faraón le dijo a José:

―Tu padre y tus hermanos han venido a estar contigo.

6 La tierra de Egipto está a tu disposición. Haz que se asienten en lo mejor de la tierra; que residan en la región de Gosén. Y, si sabes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos a cargo de mi propio ganado.

7 Luego José llevó a Jacob, su padre, y se lo presentó al faraón. Jacob saludó al faraón con reverencia,

8 y el faraón le preguntó:

―¿Cuántos años tienes?

9 ―Ya tengo ciento treinta años —respondió Jacob—. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados.

10 Luego Jacob se despidió del faraón con sumo respeto,y se retiró de su presencia.

11 José instaló a su padre y a sus hermanos, y les entregó terrenos en la mejor región de Egipto, es decir, en el distrito de Ramsés, tal como lo había ordenado el faraón.

12 José también proveyó de alimentos a su padre y a sus hermanos, y a todos sus familiares, según las necesidades de cada uno.

La administración de José

13 El hambre en Egipto y en Canaán era terrible. No había alimento en ninguna parte, y la gente estaba a punto de morir.

14 Todo el dinero que los habitantes de Egipto y de Canaán habían pagado por el alimento, José lo recaudó para depositarlo en el palacio del faraón.

15 Cuando a egipcios y cananeos se les acabó el dinero, los egipcios fueron a ver a José y le reclamaron:

―¡Dénos de comer! ¿Hemos de morir en su presencia solo porque no tenemos más dinero?

16 Y José les contestó:

―Si ya se les acabó el dinero, traigan su ganado y, a cambio, les daré alimento.

17 Los egipcios llevaron a José su ganado, es decir, sus caballos, vacas, ovejas y asnos, y a cambio de ellos José les dio alimento durante todo ese año.

18 Al año siguiente fueron a decirle a José:

―Señor, no podemos ocultar el hecho de que ya no tenemos más dinero, y de que todo nuestro ganado ya es suyo. Ya no tenemos nada que ofrecerle, de no ser nuestros propios cuerpos y nuestras tierras.

19 ¿Va usted a permitir que nos muramos junto con nuestras tierras? Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Así seremos esclavos del faraón junto con nuestras tierras. ¡Pero dénos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada!

20 De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, obligados por el hambre, le vendieron todos sus terrenos. Fue así como todo el país llegó a ser propiedad del faraón,

21 y todos en Egipto quedaron reducidos a la esclavitud.

22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes. Estos no tuvieron que vender sus terrenos porque recibían una ración de alimento de parte del faraón.

23 Luego José le informó al pueblo:

―Desde ahora ustedes y sus tierras pertenecen al faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla. Siembren la tierra.

24 Cuando llegue la cosecha, deberán entregarle al faraón la quinta parte de lo cosechado. Las otras cuatro partes serán para la siembra de los campos, y para alimentarlos a ustedes, a sus hijos y a sus familiares.

25 ―¡Usted nos ha salvado la vida, y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón!

26 José estableció esta ley en toda la tierra de Egipto, que hasta el día de hoy sigue vigente: la quinta parte de la cosecha le pertenece al faraón. Solo las tierras de los sacerdotes no llegaron a ser del faraón.

27 Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosén. Allí adquirieron propiedades, prosperaron y llegaron a ser muy numerosos.

28 Jacob residió diecisiete años en Egipto, y llegó a vivir un total de ciento cuarenta y siete años.

29 Cuando Israel estaba a punto de morir, mandó llamar a su hijo José y le dijo:

―Si de veras me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y prométeme amor y lealtad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto!

30 Cuando vaya a descansar junto a mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos.

―Haré lo que me pides —contestó José.

31 ―¡Júramelo! —insistió su padre.

José se lo juró, e Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.

Génesis 48

Bendición de Efraín y Manasés

1 Poco tiempo después le informaron a José que su padre estaba enfermo. Entonces fue a visitarlo y llevó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.

2 Cuando le avisaron a Jacob que su hijo venía a verlo, hizo un esfuerzo, se sentó en la cama

3 y le dijo a José:

―El DiosTodopoderosose me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo

4 con esta promesa: “Te haré fecundo, te multiplicaré, y haré que tus descendientes formen una comunidad de naciones. Además, a tu descendencia le daré esta tierra como su posesión perpetua”.

5 Ahora bien, los dos hijos que te nacieron aquí en Egipto, antes de que me reuniera contigo, serán considerados míos. Efraín y Manasés serán tan míos como lo son Rubén y Simeón.

6 Los hijos que tengas después de ellos serán tuyos, y a través de sus hermanos recibirán su herencia.

7 Cuando yo regresaba de Padán Aram,tu madre murió cerca de Efrata, en tierra de Canaán, y allí la sepulté junto al camino de Efrata, es decir, Belén.

8 Al ver a los hijos de José, Israel preguntó:

―Y estos chicos, ¿quiénes son?

9 ―Son los hijos que Dios me ha concedido aquí —le respondió José a su padre.

Entonces Israel le dijo:

―Acércalos, por favor, para que les dé mi bendición.

10 Israel ya era muy anciano, y por su avanzada edad casi no podía ver; por eso José los acercó, y su padre los besó y abrazó.

11 Luego le dijo a José:

―Ya había perdido la esperanza de volver a verte, ¡y ahora Dios me ha concedido ver también a tus hijos!

12 José los retiró de las rodillas de Israel y se postró rostro en tierra.

13 Luego tomó a sus dos hijos, a Efraín con laderechay a Manasés con la izquierda, y se los presentó a su padre. De esta manera Efraín quedó a la izquierda de Israel y Manasés a su derecha.

14 Pero Israel, al extender las manos, las entrecruzó y puso su derecha sobre la cabeza de Efraín, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, aunque era el mayor.

15 Y los bendijo con estas palabras:

«Que el Dios en cuya presencia

caminaron mis padres, Abraham e Isaac,

el Dios que me ha guiado

desde el día en que nací hasta hoy,

16 el ángel que me ha rescatado de todo mal,

bendiga a estos jóvenes.

Que por medio de ellos sea recordado minombre

y el de mis padres, Abraham e Isaac.

Que crezcan y se multipliquen

sobre la tierra».

17 A José no le agradó ver que su padre pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, así que tomando la mano de su padre, la pasó de la cabeza de Efraín a la de Manasés,

18 mientras le reclamaba:

―¡Así no, padre mío! ¡Pon tu mano derecha sobre la cabeza de este, que es el primogénito!

19 Pero su padre se resistió, y le contestó:

―¡Ya lo sé, hijo, ya lo sé! También él gestará a un pueblo, y llegará a ser importante. Pero su hermano menor será aún más importante, y su descendencia dará origen a muchas naciones.

20 Aquel día Jacob los bendijo así:

«Esta será la bendición

que en Israel se habrá de pronunciar:

“Que Dios cuide de ti

como cuidó de Efraín y de Manasés”».

De este modo, Israel dio a Efraín la primacía sobre Manasés.

21 Finalmente, Israel le dijo a José:

―Yo estoy a punto de morir; pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus antepasados.

22 Y a ti, que estás por encima de tus hermanos, te doy Siquén,tierra que luchando a brazo partidoarrebaté a los amorreos.

Génesis 49

Jacob bendice a sus hijos

1 Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reúnanse, que voy a declararles lo que les va a suceder en el futuro:

2 »Hijos de Jacob: acérquense y escuchen;

presten atención a su padre Israel.

3 »Tú, Rubén, eres mi primogénito,

primer fruto de mi fuerza y virilidad,

primero en honor y en poder.

4 Impetuoso como un torrente,

ya no serás el primero:

te acostaste en mi cama;

profanaste la cama de tu propio padre.

5 »Simeón y Leví son chacales;

sus espadasson instrumentos de violencia.

6 ¡No quiero participar de sus reuniones,

ni arriesgar mi honor en sus asambleas!

En su furor mataronhombres,

y por capricho mutilaron toros.

7 ¡Malditas sean la violencia de su enojo

y la crueldad de su furor!

Los dispersaré en el país de Jacob,

los desparramaré en la tierra de Israel.

8 »Tú, Judá, serás alabadopor tus hermanos;

dominarás a tus enemigos,

y tus propios hermanos se inclinarán ante ti.

9 Mi hijo Judá es como un cachorro de león

que se ha nutrido de la presa.

Se tiende al acecho como león,

como leona que nadie se atreve a molestar.

10 El cetro no se apartará de Judá,

ni de entre sus pies el bastón de mando,

hasta que llegue el verdadero rey,

quien merece la obediencia de los pueblos.

11 Judá amarra su asno a la vid,

y la cría de su asno a la mejor cepa;

lava su ropa en vino;

su manto, en la sangre de las uvas.

12 Sus ojos son más oscuros que el vino;

sus dientes, más blancos que la leche.

13 »Zabulón vivirá a la orilla del mar;

será puerto seguro para las naves,

y sus fronteras llegarán hasta Sidón.

14 »Isacar es un asno fuerte

echado entre dos alforjas.

15 Al ver que el establo era bueno

y que la tierra era agradable,

agachó el hombro para llevar la carga

y se sometió a la esclavitud.

16 »Dan hará justicia en su pueblo,

como una de las tribus de Israel.

17 Dan es una serpiente junto al camino,

una víbora junto al sendero,

que muerde los talones del caballo

y hace caer de espaldas al jinete.

18 »¡Señor, espero tusalvación!

19 »Las hordas atacan a Gad,

pero él las atacará por la espalda.

20 »Aser disfrutará de comidas deliciosas;

ofrecerá manjares de reyes.

21 »Neftalí es una gacela libre,

que tiene hermosos cervatillos.

22 »José es un retoño fértil,

fértil retoño junto al agua,

cuyas ramas trepan por el muro.

23 Los arqueros lo atacaron sin piedad;

le tiraron flechas, lo hostigaron.

24 Pero su arco se mantuvo firme,

porque sus brazos son fuertes.

¡Gracias al Dios fuerte de Jacob,

al Pastor y Roca de Israel!

25 ¡Gracias al Dios de tu padre, que te ayuda!

¡Gracias alTodopoderoso, que te bendice!

¡Con bendiciones de lo alto!

¡Con bendiciones del abismo!

¡Con bendiciones de los pechos y del seno materno!

26 Son mejores las bendiciones de tu padre

que las de los montes de antaño,

que la abundancia de las colinas eternas.

¡Que descansen estas bendiciones

sobre la cabeza de José,

sobre la frente del escogido entre sus hermanos!

27 »Benjamín es un lobo rapaz

que en la mañana devora la presa

y en la tarde reparte los despojos».

28 Estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo cuando impartió a cada una de ellas su bendición.

Muerte de Jacob

29 Además, Jacob les dio estas instrucciones: «Ya estoy a punto de reunirme con los míos. Entiérrenme junto a mis antepasados, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita.

30 Se trata de la cueva de Macpela, frente a Mamré, en la tierra de Canaán. Está en el campo que Abraham le compró a Efrón el hitita, para que fuera el sepulcro de la familia.

31 Allí fueron sepultados Abraham y su esposa Sara, Isaac y su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lea.

32 Ese campo y su cueva se les compró a los hititas».

33 Cuando Jacob terminó de dar estas instrucciones a sus hijos, volvió a acostarse, exhaló el último suspiro, y fue a reunirse con sus antepasados.

Génesis 50

1 Entonces José se abrazó al cuerpo de su padre y, llorando, lo besó.

2 Luego ordenó a los médicos a su servicio que embalsamaran el cuerpo, y así lo hicieron.

3 El proceso para embalsamarlo tardó unos cuarenta días, que es el tiempo requerido. Los egipcios, por su parte, guardaron luto por Israel durante setenta días.

4 Pasados los días de duelo, José se dirigió así a los miembros de la corte del faraón:

―Si me he ganado el respeto de la corte, díganle por favor al faraón

5 que mi padre, antes de morirse, me hizo jurar que yo lo sepultaría en la tumba que él mismo se preparó en la tierra de Canaán. Por eso le ruego encarecidamente me permita ir a sepultar a mi padre, y luego volveré.

6 El faraón le respondió:

―Ve a sepultar a tu padre, conforme a la promesa que te pidió hacerle.

7 José fue a sepultar a su padre, y lo acompañaron los servidores del faraón, es decir, los ancianos de su corte y todos los ancianos de Egipto.

8 A estos se sumaron todos los familiares de José, es decir, sus hermanos y los de la casa de Jacob. En la región de Gosén dejaron únicamente a los niños y a los animales.

9 También salieron con él carros y jinetes, formando así un cortejo muy grande.

10 Al llegar a la era de Hatad, que está cerca del río Jordán, hicieron grandes y solemnes lamentaciones. Allí José guardó luto por su padre durante siete días.

11 Cuando los cananeos que vivían en esa región vieron en la era de Hatad aquellas manifestaciones de duelo, dijeron: «Los egipcios están haciendo un duelo muy solemne». Por eso al lugar, que está cerca del Jordán, lo llamaron Abel Misrayin.

12 Los hijos de Jacob hicieron con su padre lo que él les había pedido:

13 lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamré, en el mismo campo que Abraham le había comprado a Efrón el hitita para sepultura de la familia.

14 Luego de haber sepultado a su padre, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y con toda la gente que lo había acompañado.

La promesa de José a sus hermanos

15 Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: «Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos».

16 Por eso le mandaron a decir: «Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones:

17 “Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él”. Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre».

Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar.

18 Luego sus hermanos se presentaron ante José, se inclinaron delante de él y le dijeron:

―Aquí nos tienes; somos tus esclavos.

19 ―No tengan miedo —les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios?

20 Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.

21 Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos.

Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.

Muerte de José

22 José y la familia de su padre permanecieron en Egipto. Alcanzó la edad de ciento diez años,

23 y llegó a ver nacer a los hijos de Efraín hasta la tercera generación. Además, cuando nacieron los hijos de Maquir, hijo de Manasés, él los recibió sobre sus rodillas.

24 Tiempo después, José les dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir, pero sin duda Dios vendrá a ayudarlos, y los llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob».

25 Entonces José hizo que sus hijos le prestaran juramento. Les dijo: «Sin duda Dios vendrá a ayudarlos. Cuando esto ocurra, ustedes deberán llevarse de aquí mis huesos».

26 José murió en Egipto a los ciento diez años de edad. Una vez que lo embalsamaron, lo pusieron en un ataúd.